Marshall McLuhan consideraba la tecnología
como una extensión de nuestro cuerpo, mente o ser (y hasta de nuestras
emociones). Los medios son herramientas que extienden las habilidades humanas,
tal y como una bicicleta es prolongación de nuestros pies. La computadora
constituye la prolongación del pensamiento; la realidad aumentada, la extensión
de los sentidos.
La realidad aumentada mezcla el entorno real
con capas virtuales de información que nos llevarán a cambiar la percepción de
nuestro entorno circundante, al extender nuestro campo visual a 360 grados y
materializar imágenes virtuales con las que se interactúa. A partir de algunas
reflexiones de McLuhan, se infiere que este universo simbiótico tiende a
capacitar a nuestros sentidos y abrir nuevas posibilidades a la percepción
cognitiva en un entorno aumentado o enriquecido.“La tecnología tiende a crear
un nuevo entorno humano.
Los entornos tecnológicos no son meramente
pasivos recipientes de personas, son procesos activos que configurar a las
personas y otras tecnologías similares”. Kevin Warwick, profesor de Cibernética
en la Universidad de Reading, vaticina que pronto controlaremos la tecnología
con el pensamiento, gracias a implantes cerebrales que permitirán también la
comunicación directamente entre cerebros. “Es un tema de interfaces. En cuanto
entendamos cómo comunicarnos directamente entre señales eléctricas cerebrales,
así lo haremos”.
Los interfaces a los que alude Warwick entre
los seres humanos y la tecnología permitirá incluso que las emociones se
integren con sus dispositivos. La compañía japonesa Neurowear cuyo lema está
basado en el “cuerpo humano aumentado” desarrolló Neurocam, dispositivo con
cámara que toma fotos automáticamente cuando registra una emoción. Neurocam es
un headset que incorpora una cámara y un soporte lateral para un iPhone que se
constituye en el centro de procesamiento de este gadget que trabaja con un
nuevo sensor de ondas cerebrales personalizadas que al superar un valor
superior a 60 se activa y reproduce la instantánea.
Estudiantes del MIT (Instituto de Tecnología
de Massachusetts, por sus siglas en inglés) han creado Sensory Fiction, un
libro interactivo que conectado a un chaleco permite experimentar de una manera
más inmersiva las sensaciones y dolores que experimentan los personajes de la
obra. Para conseguirlo utiliza una serie de sensores sincronizados exactamente
con las páginas que están leyendo, para transmitir exactamente la temperatura,
vibración, iluminación o música, produciendo en el lector una respuesta física
de lo que está pasando en la narración.
Una nueva aplicación para las famosas GoogleGlass, Training Faces, permite a los autistas entrenarse a sí mismos para
aprender a reconocer emociones proyectadas a través del rostro de una persona.
Si la app llega a ser tan efectiva en situaciones cotidianas, no hay dudas de
que podría ayudar a muchos autistas a comprender mejor los sentimientos que
transmiten otras personas en diferentes casos.
La realidad aumentada no se resigna
exclusivamente a lo visual. Cuando decimos que ésta es una extensión de
nuestros sentidos no nos equivocamos. Tampoco lo hace la agencia alemana BBDO
que lanzó su campaña de realidad aumentada “Talking Windows”, basada en la
transmisión de una señal de alta frecuencia, desde un emisor colocado en el
cristal de un bus, donde se transmite un mensaje que sólo puede ser escuchado,
por quienes apoyan su cabeza a la ventana, vencidos por el cansancio. Este
sistema de conducción ósea le valió un León de Oro en la última versión del
Cannes.
El sentido del tacto se afina con Fundawear,
ropa interior interactiva de Durex que transmite a distancia sensaciones
sexuales a través del smartphone, gracias a una serie de sensores que simulan
el tacto de otra persona. Se activa mediante una App móvil.
Affective Computing (Computación afectiva) es
la tendencia que nos acerca al día en que los ordenadores sepan detectar
nuestros sentimientos, emociones o niveles de estrés. A partir de un recuerdo,
podremos evocar en nuestra realidad fotos o vídeos producto de esa nostalgia,
tocar tu canción favorita o no actualizar el facebook.
Sumada a la realidad aumentada como extensión
o prolongación de los sentidos, la tecnología, cada vez más inmersiva, nos
permitirá en un futuro cercano, combinar nuestra realidad con la virtualidad, a
partir de emociones. Para obtener esa interacción con el entorno real y virtual
es necesaria que aumente la colaboración entre neurocientíficos y
tecnocientíficos.
Fuente: Tócame que soy realidad aumentada
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