Tecnología en Línea. Basta
de quejarse de que los jóvenes de hoy en día son adictos a sus teléfonos. La
pregunta que se debería estar formulando es la siguiente: ¿Qué saben ellos que
usted no sepa?
Aunque
usted no lo crea, hay ventajas de usar la tecnología como lo hacen los
adolescentes. Le pregunté a un puñado de chicos de entre 11 y 17 años sin qué
aplicaciones y herramientas no podrían vivir. Sus respuestas me hicieron
cuestionar mis propios hábitos: ¿Por qué utilizo e-mail para comunicarme con
mis amigos? ¿Por qué solo comparto mis mejores fotos?
Los
adolescentes están entre los usuarios de tecnología más creativos, en parte
debido a que no tienen las suposiciones de los adultos sobre la forma en que
las cosas tienen que funcionar.
Con
un smartphone, muchos adolescentes pueden estar conectados prácticamente todo
el tiempo, lo que cambia la forma en que se mantienen en contacto con sus
amigos y cómo se expresan.
Snapchat,
la aplicación para compartir fotos que desaparecen después de unos segundos, a
menudo confunde a los adultos que consideran las fotografías como algo formal e
incluso permanente. Pero a los adolescentes les encanta por lo que pueden
comunicar con fotos instantáneas, especialmente fotos desechables.
No
estoy recomendando que todo el mundo empiece a utilizar Snapchat
inmediatamente, pero qué tal si lo prueba.
Yo
lo hice durante una semana, con mis afables padres septuagenarios. Tras unos
intentos fallidos, ellos me enviaron "snaps" (o tomas): mi papá
tratando de empacar su maleta, mi mamá haciendo caras chistosas. Yo les mandé
una foto de los tomates de mi jardín.
A
mi mamá no le gustó la rapidez con que las fotos desaparecían. Pero a mi papá
le pareció una buena forma de mantenerse al tanto de las actividades de sus
hijos y nietos. La capacidad de comunicarme con mis padres en mensajes cortos
me dio la oportunidad de estar en contacto con ellos incluso cuando no tenía
tiempo de llamar o escribir.
La
experiencia nos demostró sobre todo que deberíamos compartir muchas más fotos.
Los snaps que enviamos no son "importantes", pero compartir esos
momentos nos une más.
En
mis conversaciones con adolescentes -y con los sociólogos que los estudian-
encontré cuatro prácticas que podrían cambiar la forma en que los adultos usan
la tecnología:
Abandone el e-mail
Solo
6% de los adolescentes intercambia correos electrónicos a diario, según el Pew
Research Center, un centro de estudios de Washington. Los chicos reservan el
e-mail para comunicaciones oficiales.
"El
correo electrónico es para las postulaciones a la universidad", dice Ryan
Orbuch, un estudiante de 17 años de Colorado.
En
lugar de eso, Orbuch utiliza varias aplicaciones de mensajería según las
personas con las que quiere comunicarse. Por ejemplo, usa Snapchat para
conversaciones entre dos personas, Facebook Messenger para charlar con grupos y
Twitter para gente que no conoce en persona.
Tanto
para adolescentes como para adultos, la calidad de una aplicación de mensajería
instantánea depende del grupo de personas que puede localizar con ella. La
lección para los adultos es que estas nuevas herramientas, como WhatsApp,
eliminan las formalidades del e-mail. Nada de "Estimado" ni
"Atentamente".
Estas
aplicaciones además administran mejor las conversaciones: Facebook Messenger le
permiten retirarse de conversaciones irrelevantes para usted.
Dígalo con imágenes
Hoy,
91% de los adolescentes publica una foto de sí mismos en redes sociales, según
Pew. Las fotos y los videos cortos compartidos en Instagram o Vine pueden
capturar un momento gracioso, o comunicar algo que, por escrito, podría ofender
o molestar a los padres. La lección para los adultos es que uno puede expresar
cosas en imágenes que tomarían más tiempo escribir o leer.
"No
podría ver 50 publicaciones y textos de gente igual de rápido que 50
publicaciones en Instagram", dice Kapp Singer, de 14 años, en San
Francisco.
¿Pero
quién quiere ver todas esas imágenes? Compartir demás también puede irritar a
los adolescentes. Instagram y otras aplicaciones de fotos son de hecho un
antídoto: en lugar de llenar la bandeja de todos, la gente comparte una imagen,
mientras que los usuarios eligen a quién seguir. Si alguien está contando
demasiado, uno simplemente puede dejar de seguirlo o silenciarlo.
Y
no se limite a las fotos. Los coloridos "emoji" están disponibles en
los teclados del iPhone y los teléfonos que usan el sistema operativo Android,
que muchos los utilizan para subrayar las emociones en sus mensajes. Si les
parecen muy pequeños, puede probar los "stickers" tipo caricaturas
más grandes que se hallan en Facebook Messenger y otros servicios de
mensajería.
Ocúltese a plena luz del día
Los
adultos suponen que a los jóvenes no les importa la privacidad. Pero un 58% de
los usuarios adolescentes de redes sociales dicen que disfrazan sus mensajes,
según Pew, utilizando imágenes inescrutables y chistes crípticos para
comunicarse en código.
"Los
adolescentes están creciendo en un mundo en el que dan por hecho la vigilancia",
dice Danah Boyd, experta en redes sociales.
Natalie
Jaffe, una joven de 17 años en Pittsburgh, dice que modifica lo que comparte en
base a las personas que podrán verlo. "Simplemente me aseguro de que lo
que publico sea adecuado", señala, consciente de que sus 600 seguidores en
Instagram incluyen tanto a amigos como a sus padres.
La
lección: uno puede estar en "público" sin compartir cosas vergonzosas
para la posteridad.
Tire el manual del usuaro
El
motivo por el que los adolescentes adoptan las nuevas tecnologías con tanto
entusiasmo no es que tengan conocimientos natos sobre ellas, sino que no tienen
miedo de probar algo nuevo.
Los
adolescentes piensan así: "¿Cómo puedo probar y experimentar y someter
esta cosa a mi voluntad, y hacer que haga lo yo quiero?" explica Amanda
Lenhart, de Pew, que estudia el uso que la tecnología por los jóvenes.
A
veces inventan nuevos usos. En Venmo, una aplicación para intercambiar pequeños
montos de dinero, los adolescentes pagan a sus amigos US$1 u otra cantidad simbólica
para decir "gracias". Es cómo el botón "Me gusta" pero con
un valor monetario.
La
lección para los adultos es que experimentar es tan importante como las
instrucciones. No se desaliente si no desarrolla una habilidad de manera
instantánea. Hable con un adolescente: le sorprenderá lo que puede aprender de
ellos.
TEL/La
Nación
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